Revolución Sexual en Cuba o Migajas del CENESEX
Si hay algo en estos
tiempos que la sociedad cubana critica mucho es el fenómeno transgenero que
existe en el país. Su apertura es
innegable. Y cada día más adolescentes que terminan la secundaria y el
pre-universitario deciden salir del closet buscando su felicidad cuando aún los
medios de comunicación social, la familia, la iglesia y las instituciones no se
encuentran preparados para aceptarlos. Todo bajo el factor de experimentar
nuevas experiencias sexuales y adquirir bienes materiales.
Pero demás, ¿qué los motiva? Varios
factores.
Uno de estos es que saben
perfectamente que se hace más dinero vistiendo de mujer y prostituyéndose, y la
otra es que estos saben que hoy día los hombres en Cuba y los turistas más
que el deseo de tener relaciones sexuales con una mujer prefieren explorar
nuevas opciones en beneficio de liberarse y disfrutar del mismo.
Religiosos dicen a esto
que la sociedad esta pervertida, otros que es culpa de Mariela Castro y su
institución. Por otro lado les echan la culpa al país y al gobierno que trata
de amoldarse a las costumbres internacionales en temas de sexualidad. Pero tratándose de la opinión que sea, no perdemos
nada con que salga a la luz la opinión de las personas trans, quienes
por supuesto tienen el derecho de hablar, de ser escuchadas y ser felices.
Los mismos hablan de que
hoy día ser trans es algo normal. Y la identidad sexual es algo que
innegablemente se puede desarrollar en cualquier ser humano durante el proceso
de niñez como de adolescencia, lo cual no debe de ser visto de manera
prejuiciada.
Pero ya hablando del tema
de la prostitución en Cuba, advierten que si los hombres y los
extranjeros los buscan en las calles, es
porque el cliente afirma que en la cama
son mucho mejores que las mujeres y más calientes. Son expertas, como dice una
que uno de los que paga le dice.
Para los clientes que
buscan beneficiarse de sus servicios, las hay para todos los gustos. Negras,
blancas, jóvenes, adultas, finas, esbeltas, gordas, rubias, trigueñas. El caso
es que hay para escoger.
Pero lo que muchos en la sociedad les incomodan respecto a este auge, es que la mayoría viven una vida promiscua, rebelde y se
comportan socialmente de maneras no recatadas.
Una persona heterosexual de la ciudad,
dice, que si al menos se comportaran de manera delicada como las mujeres les darían
su apoyo. Otro que le gusta tener relaciones sexuales con ellas,
agrega, que para una relación sentimental estable no le interesa porque la
mayoría son materialistas y sus gestos muy toscos. Por otro lado, otra dice, que su piel y voz
las delata, y si se trata de negros, su espalda revela a cualquier distancia que
las mismas son hombres disfrazados.
Muchos de los hombres y
mujeres de los cuales converse en la calle, expresaron que entre todas las
contradicciones existentes que viven las mujeres transexuales, es que su comportamiento
social deja mucho que desear y que por advertirse esto, muchas son
discriminadas en cualquier ámbito.
Desde hace años se aboga
porque hallan cambios a su favor. El Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX)
hace un trabajo en beneficio de estas. Pero el trabajo tiene que empezar por
ellas mismas si es que quieren ganarse un espacio dentro de la sociedad.
Otra persona expreso que
muchos de los que se lanzan a este estilo de vida lo hacen por cuestiones
económicas más que por sentirlo verdaderamente. “Lo hacen en realidad sin
sentirse personas transexuales. Para estas, es la vía más fácil de hacer
dinero. Su identidad está muy afectada. Uno debe saber cuándo uno verdaderamente
es transexual y cuando no”.
Sea como fuere aunque la
intolerancia social es dominante en nuestra sociedad, la misma debe de cambiar
sus conceptos y embarcarse en adquirir nuevas concepciones.
Tenemos que ver que la
culpa no radica solo de un lado, sino que la misma proviene de ambas partes. De
la sociedad, por no aceptarlos y discriminarlos; y de las personas trans, por no
darse verdaderamente un lugar exigiendo sus derechos.
Mientras dependen de una
institución diseñada para enmascarar a un gobierno que en realidad es homofobo
y transfobo las mismas constantemente son usadas a su antojo. No tienen
en cuenta que ellas mismas pueden hacer una revolución sexual sin depender del
oficialismo. Se automarginan porque es lo único que han aprendido y no intentan
superarlo.
En la policía cubana la transfobia
es evidente, también lo es en los centros educativos y laborales, la familia y
los medios de comunicación no se encuentran exentos de esto. Y cuando hablamos
de humor nacional se les denigra constantemente y la directiva nacional de la
televisión no hace nada al respecto. A
esto tenemos que añadir las instituciones médicas, el gobierno, el
servicio militar obligatorio, y otros puestos los cuales jamás personas transgeneros
podrán alcanzar porque dominan los tabúes.
Pero también el comportamiento de las personas
transexuales más por rebeldía y porque es su única forma de decir “soy
lo que soy, mírenme”; es obsceno. Esto hace que cada día el gobierno mismo y la
sociedad tomen actitudes de negación, evitando que se logren avances y metas en
materia de derechos sexuales ciudadanos.
Para solucionar esto la
educación ciudadana es vital y es innegable para que se promuevan cambios,
tanto de un lado como del otro. No es posible que estos ocurran si no se hace
uso de esta herramienta que es derecho y deber elemental. El gobierno tiene la obligación de darla a
toda la sociedad y en todas las esferas. Las personas trans y toda minoría
sexual tienen también la obligación de exigirlas. No se puede abogar
por cambios sin educación.
Desafortunadamente los
medios de comunicación nacionales así como el sistema nacional de educación son
regidos estatalmente, haciendo que la iniciativa quede del todo frustrada. Por
lo que si se mira esto como una posible salida, lo más probable es que veamos
en ellas un callejón sin salida. @mariojdgonzalez